Estados Unidos vive una campaña
presidencial histórica en muchos sentidos; luego del proceso de primarias el Partido Demócrata escogió a la
exsecretaria de Estado Hillary Clinton
como su primera candidata presidencial y el Partido Republicano eligió al magnate Donald Trump como su candidato presidencial a pesar de las
resistencias del establishment partidario.
Estas resistencias se
justificaban en la actitud de Trump,
quien desde el anuncio de su aspiración presidencial hizo del populismo y la confrontación su
estilo electoral. Con un discurso xenófobo, racista, machista y demagógico
logró canalizar el descontento de varios sectores de la ciudadanía
estadounidense.
Trump, quien no tiene mayor arraigo en el partido y carece de
experiencia política, no dudó en enfrentar cualquier voz crítica a su estilo en
la sociedad, la prensa o la clase política. Con ese estilo logró imponerse en
la interna republicana derrotando a sus 11 competidores y obligó a la élite
republicana a oficializar su candidatura en la Convención Nacional Republicana
en Julio.
Pero este estilo no le garantiza
una victoria en las elecciones presidenciales en Noviembre, desde que se
oficializaron las candidaturas compite estrechamente y es superado en las
encuestas por Clinton. A pesar de los intentos de Trump por moderar en parte su
discurso, su estilo populista viene siendo usado en su contra por Clinton para
restarle credibilidad y apoyos en unas de las campañas electorales más intensas
y de pronóstico reservado.
Más allá de la caricaturización
del personaje, Donald Trump y su estilo representan un fenómeno muy actual en las
democracias más consolidadas: el Populismo. La insatisfacción de distintos
sectores de la ciudadanía no es canalizada ni solucionada por la clase política,
sino por el contrario encuentra una representación en los movimientos de
extrema derecha.
Donald Trump no se encuentra
solo; Marine Le Pen en Francia, Nikos Michaloliakos en Grecia, Frauke Petry en
Alemania, entre otros líderes representan los rostros de esta corriente
internacional que sin duda es una amenaza para los valores republicanos. No
olvidemos que los verdaderos enemigos de la democracia y la paz se encuentran
en su interior.