sábado, 1 de noviembre de 2014

El Nuevo Rumbo del Fujimorismo


Han pasado ya 13 años desde que el Fujimorismo dejó de ser gobierno, luego del escándalo por la difusión de los vladivideos que provocó la caída del régimen y la renuncia por fax del expresidente Alberto Fujimori, generando un cambio político en nuestro país luego de la presión social expresada en la Marcha de los 4 Suyos debido al hartazgo por la corrupción y el autoritarismo fujimorista. Luego de una década de recorrer la política en medio de la presión pública por los juicios a Fujimori y sus principales colaboradores, se asoma la posibilidad de que este movimiento que vio sus orígenes a comienzos de 1990 debido al colapso del sistema de partidos en nuestro país, tenga reales posibilidades de volver a ser gobierno en el año 2016 bajo el liderazgo de Keiko Fujimori, hija mayor del hoy preso expresidente que cambió el panorama para este movimiento antipartido que intenta de alguna manera institucionalizarse ahora como partido político representando a un sector de derecha popular, por así definirlo que defiende medidas conservadoras en lo social, político y económico. Ahora veamos la evolución de la estrategia política del fujimorismo para luego analizar sus perspectivas a futuro.
Luego de recorrer el Gobierno de Transición de Paniagua, desaparecer del escenario electoral de las elecciones generales de 2001 y recorrer el Gobierno de Alejandro Toledo perseguidos correctamente por la justicia, apenas haber participado  en las elecciones subnacionales con el membrete de Sí Cumple, una de las tantas marcas que impulsó el fujimorismo desde sus lejanos orígenes en Cambio 90, el fujimorismo comienza a volver a participar para ganar espacios políticos para de esta forma apoyar el regreso de su entonces prófugo líder.
Es así como enfrenta el escenario de las elecciones generales de 2006 con la candidatura Presidencial de Martha Chávez por Alianza para el Futuro (AF) que logró el 7.4% de los votos, cerca de 912,420 de votos y una considerable representación parlamentaria de 13 parlamentarios en base al 1, 408,069 de votos obtenidos debido al auténtico liderazgo de Keiko Fujimori que encabezaba la lista parlamentaria de Lima Metropolitana en esa elección que logró un mayor respaldo para su agrupación.
Con estos resultados el Fujimorismo obtenía participación parlamentaria para defenderse políticamente de las acusaciones en su contra y además iniciaba los antecedentes de una etapa de mayor participación en los niveles subnacionales para de esta forma mantener vivo el recuerdo del Gobierno de Alberto Fujimori lo que les permitiría asegurar un respaldo futuro a través de Sí Cumple y de Movimientos Regionales (MR) u Organizaciones Políticas de Alcance Local (OPAL) afines al movimiento que permitían a sus cuadros y operadores participar de manera más sencilla en estas elecciones frente a los partidos políticos nacionales sin asumir demasiados costos para el Fujimorismo que estaba en una etapa de preparación electoral ante las expectativas de sus simpatizantes de volver al poder. El mejor ejemplo de esto es la candidatura de Carmen de Lozada, conocida parlamentaria y dirigenta del Fujimorismo que postuló a la Alcaldía Metropolitana en el Año 2006 por Sí Cumple logrando apenas un 4% y colocando un solo regidor en el concejo metropolitano, era evidente que aún faltaba tiempo para participar efectivamente en el escenario electoral.
Después del fallido retorno de Alberto Fujimori que viajó a Chile tratando de volver al país sin afrontar las acusaciones judiciales, provocando su extradición, enjuiciamiento y posterior encarcelamiento ejemplar de 25 años por delitos de lesa humanidad. La agenda del Fujimorismo solo se centró en buscar todos los métodos para liberar al expresidente, forjando una especie de pacto de entendimiento en el parlamento con el APRA esperando tener el apoyo del Presidente Alan García para generar mejores condiciones carcelarias y facilitar un eventual indulto. Debido a esto se hizo imprescindible la postulación de Keiko Fujimori a la presidencia de la República para de esta manera asegurar y reivindicar el legado de su padre esta vez con el Partido Fuerza 2011. Como antesala a la campaña presidencial el movimiento fujimorista decide participar en las elecciones regionales y municipales del 2010 como primera etapa para ir difundiendo el nuevo Logo “K” entre los electores de todo el país, participando en 10 regiones, 69 provincias y 458 distritos del país. Pero no lograron mayores resultados no ganaron ninguna región, y apenas tuvieron éxito en algunas provincias y distritos.
Luego ya en las elecciones presidenciales de 2011 Keiko Fujimori comenzó el año 2011 en un eventual tercer o segundo lugar según diferentes encuestadoras con alrededor del 20% de las preferencias electorales, durante la campaña los candidatos que representaban a la centroderecha nacional; Alejandro Toledo, Luis Castañeda y Pedro Pablo Kuczynski; se enfrascaron en una agresiva competencia por posicionarse prematuramente generando un desgaste político que favoreció a los candidatos más extremistas de la contienda. Tanto Ollanta Humala que en ese momento representaba a un sector de Izquierda con alrededor del 31% y Keiko Fujimori candidata natural del Fujimorismo con cerca del 23% lograron aprovechar esta debacle del centro para pasar a disputar por balotaje la elección presidencial.
Con solo mes y medio para lograr el respaldo de la mitad más uno de los votantes ambos candidatos optaron por estrategias que los posicionen con el centro político, ambos tenían cuestionamientos por sus aliados políticos y su trayectoria personal y política. En esta ocasión Ollanta Humala logró alejarse efectivamente del Chavismo y acercarse al Lulismo demostrando que creía en la democracia y en estado de derecho con el oportuno y decidido aval de Mario Vargas Llosa. Keiko Fujimori no logró alejarse de sus pasivos políticos, el pasado Fujimorista, debido a que su campaña se centró en resaltar el legado de su padre manteniendo a los personajes más cuestionados del decenio fujimorista que dañaron sus eventuales perspectivas presidenciales.
Luego de la derrota política el Fujimorismo se convirtió en la primera fuerza de oposición parlamentaria al Gobierno Humalista al obtener 37 parlamentarios, para de esta forma presionar al gobierno por un indulto para su líder preso y seguir manteniendo sus opciones para el 2016. Con el objetivo de seguirse posicionando el Fujimorismo decidió cambiar nuevamente su nombre por el de Fuerza Popular, pero esta vez tratando de mantener cierta vigencia temporal, conservando su símbolo y empezando una segunda etapa de difusión política para mantener en la memoria del votante el cada vez más lejano gobierno Fujimorista además de añadirle una orientación de renovación bajo el liderazgo de Keiko Fujimori para así ganar las simpatías de distintos sectores de la sociedad.
Ante un gobierno débil por la falta de operadores y de un alejamiento de su base social, el fujimorismo optó por una cada vez más dura oposición para ir debilitando al nacionalismo que tenía en Nadine Heredia a una eventual figura de competencia frente a Keiko Fujimori, es así como con el apoyo eventual del APRA bajo el liderazgo de Alan García y del poder mediático del Grupo el Comercio monopolizaron la agenda con una postulación presidencial de Heredia en el 2016, que ella se negó a negar rotundamente, debilitando en ese camino al oficialismo.
Pero esta estrategia de renovación no ha sido fácil de implementar debido a las discrepancias internas con el sector más cercano a su padre, el sector Albertista, que se negaba a ceder espacios y permitir una renovación partidaria real. Provocando que este sector formara el movimiento Avanza Frente Fujimori Libertad y generando discrepancias con los operadores más antiguos del régimen. Además la asegurada candidatura presidencial de Alan García en el 2016 complicaba políticamente a un sector por demás precario e inestable.
Siguiendo con la segunda etapa de su estrategia el Fujimorismo decidió participar en las elecciones regionales y municipales del año 2014 para demostrar su presencia frente a los demás partidos nacionales, participando 19 regiones, 107 provincias y 520 distritos aproximadamente siguiendo una lógica parecida a la empleada por Alianza para el Progreso que participa en todos los niveles subnacionales posibles reclutando para esto a líderes y caudillos locales sin mayor relación con el partido y siguiendo un criterio económico en muchos casos. Demostrando una gran participación pero teniendo un escaso éxito electoral, ejemplos de esto es que apenas tiene opción de ganar 2 regiones en la segunda vuelta regional y que pese haber participado en la elección de Lima Metropolitana y en 39 distritos de Lima no ganó ninguna alcaldía ni obtuvo altos porcentajes excepto en el caso de San Isidro con la postulación de Madeleine Osterling que quedó en un segundo lugar por un escaso margen.
Vemos siguiendo la perspectiva histórica que esta estrategia desplegada en el 2016 empieza a rendir sus logros respaldando la postulación de Keiko Fujimori que cuenta con un apoyo superior al 26% según las encuestas que hacen que tenga casi asegurado su pase a la segunda vuelta presidencial en el 2016; con un partido más organizado que sus competidores, con un perfil claramente opositor al gobierno, que levanta temas como la seguridad y el crecimiento económico y con una lógica clientelista en sectores pobres como activos políticos que pueden ocultar sus grandes pasivos; con un partido marcado por la corrupción desde su origen, con un oscuro pasado que puede y será traído al presente en la campaña electoral y con un padre preso muy activo en la polémica política, Keiko Fujimori tendrá que demostrar que su liderazgo no solo se debe a su apellido y que en verdad desea ser presidenta de la República.

Finalmente queda como incógnita que pasará más allá del 2016 con Fuerza Popular, que en el caso de institucionalizarse más allá del liderazgo de cualquiera de la familia Fujimori, pueda representar a un sector de derecha popular en todos los niveles del Estado, quedando como paradoja que un Partido, con un claro origen y discurso antipartido haya optado por la ruta de la institucionalización partidaria para tratar alcanzar efectivamente el poder y de esta forma fortalecer el sistema de partidos que antaño intentó destruir.

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