Han pasado ya 13 años desde que
el Fujimorismo dejó de ser gobierno, luego del escándalo por la difusión de los
vladivideos que provocó la caída del régimen y la renuncia por fax del
expresidente Alberto Fujimori,
generando un cambio político en nuestro país luego de la presión social
expresada en la Marcha de los 4 Suyos debido al hartazgo por la corrupción y el
autoritarismo fujimorista. Luego de una década de recorrer la política en medio
de la presión pública por los juicios a Fujimori y sus principales
colaboradores, se asoma la posibilidad de que este movimiento que vio sus
orígenes a comienzos de 1990 debido al colapso del sistema de partidos en
nuestro país, tenga reales posibilidades de volver a ser gobierno en el año
2016 bajo el liderazgo de Keiko Fujimori,
hija mayor del hoy preso expresidente que cambió el panorama para este
movimiento antipartido que intenta de alguna manera institucionalizarse ahora
como partido político representando a un sector de derecha popular, por así
definirlo que defiende medidas conservadoras en lo social, político y
económico. Ahora veamos la evolución de la estrategia política del fujimorismo
para luego analizar sus perspectivas a futuro.
Luego de recorrer el Gobierno de
Transición de Paniagua, desaparecer
del escenario electoral de las elecciones generales de 2001 y recorrer el
Gobierno de Alejandro Toledo
perseguidos correctamente por la justicia, apenas haber participado en las elecciones subnacionales con el
membrete de Sí Cumple, una de las
tantas marcas que impulsó el fujimorismo desde sus lejanos orígenes en Cambio 90, el fujimorismo comienza a
volver a participar para ganar espacios políticos para de esta forma apoyar el
regreso de su entonces prófugo líder.
Es así como enfrenta el escenario
de las elecciones generales de 2006 con la candidatura Presidencial de Martha Chávez por Alianza para el Futuro (AF) que logró el 7.4% de los votos, cerca
de 912,420 de votos y una considerable representación parlamentaria de 13
parlamentarios en base al 1, 408,069 de votos obtenidos debido al auténtico
liderazgo de Keiko Fujimori que
encabezaba la lista parlamentaria de Lima Metropolitana en esa elección que
logró un mayor respaldo para su agrupación.
Con estos resultados el
Fujimorismo obtenía participación parlamentaria para defenderse políticamente
de las acusaciones en su contra y además iniciaba los antecedentes de una etapa
de mayor participación en los niveles subnacionales para de esta forma mantener
vivo el recuerdo del Gobierno de Alberto
Fujimori lo que les permitiría asegurar un respaldo futuro a través de Sí Cumple y de Movimientos Regionales (MR) u Organizaciones
Políticas de Alcance Local (OPAL) afines al movimiento que permitían a sus
cuadros y operadores participar de manera más sencilla en estas elecciones
frente a los partidos políticos nacionales sin asumir demasiados costos para el
Fujimorismo que estaba en una etapa de preparación electoral ante las expectativas
de sus simpatizantes de volver al poder. El mejor ejemplo de esto es la
candidatura de Carmen de Lozada, conocida parlamentaria y dirigenta del
Fujimorismo que postuló a la Alcaldía Metropolitana en el Año 2006 por Sí Cumple logrando apenas un 4% y
colocando un solo regidor en el concejo metropolitano, era evidente que aún
faltaba tiempo para participar efectivamente en el escenario electoral.
Después del fallido retorno de Alberto Fujimori que viajó a Chile
tratando de volver al país sin afrontar las acusaciones judiciales, provocando
su extradición, enjuiciamiento y posterior encarcelamiento ejemplar de 25 años
por delitos de lesa humanidad. La agenda del Fujimorismo solo se centró en
buscar todos los métodos para liberar al expresidente, forjando una especie de
pacto de entendimiento en el parlamento con el APRA esperando tener el apoyo del Presidente Alan García para generar mejores condiciones carcelarias y
facilitar un eventual indulto. Debido a esto se hizo imprescindible la
postulación de Keiko Fujimori a la
presidencia de la República para de esta manera asegurar y reivindicar el
legado de su padre esta vez con el Partido Fuerza
2011. Como antesala a la campaña presidencial el movimiento fujimorista decide
participar en las elecciones regionales y municipales del 2010 como primera
etapa para ir difundiendo el nuevo Logo “K”
entre los electores de todo el país, participando en 10 regiones, 69 provincias
y 458 distritos del país. Pero no lograron mayores resultados no ganaron
ninguna región, y apenas tuvieron éxito en algunas provincias y distritos.
Luego ya en las elecciones
presidenciales de 2011 Keiko Fujimori
comenzó el año 2011 en un eventual tercer o segundo lugar según diferentes
encuestadoras con alrededor del 20% de las preferencias electorales, durante la
campaña los candidatos que representaban a la centroderecha nacional; Alejandro Toledo, Luis Castañeda y Pedro Pablo
Kuczynski; se enfrascaron en una agresiva competencia por posicionarse
prematuramente generando un desgaste político que favoreció a los candidatos
más extremistas de la contienda. Tanto Ollanta
Humala que en ese momento representaba a un sector de Izquierda con
alrededor del 31% y Keiko Fujimori
candidata natural del Fujimorismo con cerca del 23% lograron aprovechar esta
debacle del centro para pasar a disputar por balotaje la elección presidencial.
Con solo mes y medio para lograr
el respaldo de la mitad más uno de los votantes ambos candidatos optaron por
estrategias que los posicionen con el centro político, ambos tenían
cuestionamientos por sus aliados políticos y su trayectoria personal y
política. En esta ocasión Ollanta Humala
logró alejarse efectivamente del Chavismo y acercarse al Lulismo demostrando
que creía en la democracia y en estado de derecho con el oportuno y decidido
aval de Mario Vargas Llosa. Keiko Fujimori
no logró alejarse de sus pasivos políticos, el pasado Fujimorista, debido a que
su campaña se centró en resaltar el legado de su padre manteniendo a los personajes
más cuestionados del decenio fujimorista que dañaron sus eventuales perspectivas
presidenciales.
Luego de la derrota política el
Fujimorismo se convirtió en la primera fuerza de oposición parlamentaria al
Gobierno Humalista al obtener 37 parlamentarios, para de esta forma presionar
al gobierno por un indulto para su líder preso y seguir manteniendo sus
opciones para el 2016. Con el objetivo de seguirse posicionando el Fujimorismo
decidió cambiar nuevamente su nombre por el de Fuerza Popular, pero esta vez tratando de mantener cierta vigencia
temporal, conservando su símbolo y empezando una segunda etapa de difusión política
para mantener en la memoria del votante el cada vez más lejano gobierno
Fujimorista además de añadirle una orientación de renovación bajo el liderazgo
de Keiko Fujimori para así ganar las
simpatías de distintos sectores de la sociedad.
Ante un gobierno débil por la
falta de operadores y de un alejamiento de su base social, el fujimorismo optó
por una cada vez más dura oposición para ir debilitando al nacionalismo que
tenía en Nadine Heredia a una
eventual figura de competencia frente a Keiko Fujimori, es así como con el apoyo eventual del APRA bajo el liderazgo de Alan García y del poder mediático del
Grupo el Comercio monopolizaron la agenda con una postulación presidencial de
Heredia en el 2016, que ella se negó a negar rotundamente, debilitando en ese
camino al oficialismo.
Pero esta estrategia de
renovación no ha sido fácil de implementar debido a las discrepancias internas
con el sector más cercano a su padre, el sector Albertista, que se negaba a
ceder espacios y permitir una renovación partidaria real. Provocando que este
sector formara el movimiento Avanza Frente
Fujimori Libertad y generando discrepancias con los operadores más antiguos
del régimen. Además la asegurada candidatura presidencial de Alan García en el 2016 complicaba políticamente
a un sector por demás precario e inestable.
Siguiendo con la segunda etapa de
su estrategia el Fujimorismo decidió participar en las elecciones regionales y
municipales del año 2014 para demostrar su presencia frente a los demás
partidos nacionales, participando 19 regiones, 107 provincias y 520 distritos
aproximadamente siguiendo una lógica parecida a la empleada por Alianza para el Progreso que participa
en todos los niveles subnacionales posibles reclutando para esto a líderes y
caudillos locales sin mayor relación con el partido y siguiendo un criterio
económico en muchos casos. Demostrando una gran participación pero teniendo un
escaso éxito electoral, ejemplos de esto es que apenas tiene opción de ganar 2
regiones en la segunda vuelta regional y que pese haber participado en la
elección de Lima Metropolitana y en 39 distritos de Lima no ganó ninguna
alcaldía ni obtuvo altos porcentajes excepto en el caso de San Isidro con la
postulación de Madeleine Osterling que quedó en un segundo lugar por un escaso
margen.
Vemos siguiendo la perspectiva
histórica que esta estrategia desplegada en el 2016 empieza a rendir sus logros
respaldando la postulación de Keiko
Fujimori que cuenta con un apoyo superior al 26% según las encuestas que
hacen que tenga casi asegurado su pase a la segunda vuelta presidencial en el
2016; con un partido más organizado que sus competidores, con un perfil
claramente opositor al gobierno, que levanta temas como la seguridad y el
crecimiento económico y con una lógica clientelista en sectores pobres como
activos políticos que pueden ocultar sus grandes pasivos; con un partido
marcado por la corrupción desde su origen, con un oscuro pasado que puede y
será traído al presente en la campaña electoral y con un padre preso muy activo
en la polémica política, Keiko Fujimori
tendrá que demostrar que su liderazgo no solo se debe a su apellido y que en
verdad desea ser presidenta de la República.
Finalmente queda como incógnita
que pasará más allá del 2016 con Fuerza
Popular, que en el caso de institucionalizarse más allá del liderazgo de
cualquiera de la familia Fujimori, pueda representar a un sector de derecha
popular en todos los niveles del Estado, quedando como paradoja que un Partido,
con un claro origen y discurso antipartido haya optado por la ruta de la
institucionalización partidaria para tratar alcanzar efectivamente el poder y
de esta forma fortalecer el sistema de partidos que antaño intentó destruir.
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